Pastor David Jang – Romanos 9 y el Remanente



1. De la doctrina de la salvación a la escatología

El capítulo 9 de Romanos reviste una importancia extraordinaria porque, junto con la cristología (¿Quién es Cristo?) y la soteriología (¿Cómo se justifica el pecador y alcanza la salvación?), aborda de manera directa la escatología (¿Hacia dónde se dirige la historia?, ¿Cómo deben vivir los cristianos al final de los tiempos?). En particular, el pastor David Jang destaca que, desde este capítulo hasta el 11, el texto no es simplemente una interpretación bíblica académica, sino un mensaje concreto y práctico que muestra “cómo deben vivir quienes han sido salvados”.

El cristiano ya recibió la esencia de la doctrina de la salvación en Romanos 1–8. Así como el lema de la Reforma —“solo por gracia, solo por fe, solo por la Escritura”— se reitera para enfatizar que la salvación se cumple únicamente mediante la obra redentora de Jesucristo, queda claro que solo a través de Él podemos ser salvos. Pero ahí no termina todo. El interés esencial de la escatología, y el tema central de Romanos 9–11, es este: ¿cómo viven los salvos en medio de la conducción soberana de Dios a lo largo de la historia y su desenlace? ¿Qué responsabilidad y función deben asumir?

Uno de los grandes temas que, según el pastor David Jang, atraviesan toda la carta a los Romanos es “cómo se despliega, en la práctica, la historia de la salvación de la humanidad emprendida por Dios”. Tal como se observa ya en el Antiguo Testamento, Dios escogió primero a un “pueblo elegido” para redimir a la humanidad que yacía en pecado. A ese pueblo le otorgó Su Palabra, un sistema de culto y ritos sagrados, y propició que de él naciera el Redentor. Sin embargo, la historia muestra que Israel, en muchas ocasiones, se corrompió y no se mantuvo fiel a la voluntad divina. Aun así, la Biblia recalca que Dios nunca frenó Su obra salvífica, sino que siguió adelante con ella mediante un “remanente (remnant)”. Precisamente, la “doctrina del remanente” que se menciona en Romanos 9 proporciona una visión crucial para comprender cómo debe situarse el cristiano en medio de la confusión y en los últimos tiempos de la historia.

En este punto, el pastor David Jang señala que insistir solo en la cristología y la soteriología, sin una perspectiva adecuada de la escatología, implica el riesgo de perder un equilibrio importante de la fe. Esto se debe a que la fe cristiana no se detiene en la mera comprensión intelectual de “quién es Jesús” ni en la certeza soteriológica de “cómo me convierto en ciudadano del cielo”, sino que requiere una mirada histórica y escatológica: “Ahora que he sido salvado, ¿cómo participo en la historia de la salvación de Dios y cómo he de vivir?”. Todo ser humano, al fin y al cabo, es limitado y ha de concluir su vida en la tierra, pero la historia sigue avanzando bajo la soberanía de Dios. Aunque los creyentes, de forma individual, puedan desanimarse o cometer errores, e incluso la Iglesia entera caiga en confusión, Dios siempre se vale de un grupo de “remanentes”, que preserva, para continuar la línea de la salvación.

El pastor David Jang explica que el concepto de “remanente” no solo se limita a la historia de Israel, sino que representa una palabra clave para interpretar la historia entera de la Iglesia. En la iglesia primitiva, fueron esos remanentes quienes, incluso en medio de la persecución, conservaron el testimonio de la sangre de Cristo. Durante la Edad Media, a pesar de múltiples formas de corrupción, hubo una “iglesia invisible” que mantuvo la fe ortodoxa. Y en la época de la Reforma, los reformadores que proclamaron “Solo Jesús, solo fe, solo la Escritura” y estuvieron dispuestos a sellar su testimonio con el martirio, también fueron “remanentes” a los que Dios había guardado. La historia prosigue, pues, gracias a ellos, y al final se acerca el día en que Jesucristo regresará para instaurar de nuevo el gobierno perfecto de Dios.

En este marco, Romanos 9–11 profundiza en el tema “Israel y el nuevo Israel”. Pablo describe cómo Dios escogió a Israel, y cómo, al rechazar la mayoría de ellos al Mesías, el evangelio se extendió a los gentiles. También menciona la promesa de la futura restauración de Israel en los últimos tiempos. A través de esto, Pablo señala quién es el verdadero Israel. No es el Israel carnal, sino aquellos que creen en la promesa de Dios; son estos quienes transmiten la historia al siguiente nivel. Aquí entra en juego la idea de “remanente”. Aunque muchos abandonen la fe, claudicando o doblegándose a los valores del mundo, siempre habrá quienes permanezcan obedientes a la Palabra de Dios, confiesen a Jesús como Señor y se aferren al evangelio.

En este sentido, las advertencias de Jesús acerca de que “quien persevere hasta el fin será salvo” —lo que se conoce como el “pequeño Apocalipsis” (Mateo 24, Marcos 13, Lucas 17)— están muy ligadas a Romanos 9. Jesús predijo la aparición de falsos profetas y el aumento de la maldad, de modo que el amor de muchos se enfriaría conforme se acerque el fin. Esto empezó a cumplirse ya en la época de la iglesia primitiva, se sigue viendo en el presente y alcanzará su culmen en el futuro. Sin embargo, el pastor David Jang insiste en que la intención de Jesús no es sembrar “temor”, sino infundir “valentía y esperanza” para que sepamos cómo preservar la fe hasta el fin y cumplir la obra redentora de Dios. Precisamente aquí converge con gran fuerza la enseñanza de Jesús acerca de “los que perseveran hasta el fin” y el tema del “remanente” de Romanos 9.

En Romanos, Pablo cita la profecía de Isaías: aunque los hijos de Israel sean tan numerosos como la arena del mar, “solo el remanente” será salvo. Una característica esencial de ese “remanente” es que no se preserva ni se escoge gracias al mérito o esfuerzo humanos, sino que se debe a la gracia de Dios. Este punto cardinal es el mismo tanto en la soteriología como en la escatología. Así como hemos sido perdonados y justificados totalmente por la obra de Cristo, también la perseverancia en la fe, cuando los desafíos y ataques arrecian al final de los tiempos, no depende únicamente de la determinación o fuerza humanas, sino que es Dios quien, en Su soberanía, guarda a un cierto grupo de personas mediante Su gracia y consuma en ellas Su propósito de salvación.

Según el pastor David Jang, la misión de aquellos llamados a ser “remanente” (tanto la Iglesia como individuos) no se limita a garantizar su propia salvación, sino que consiste en un papel dinámico y activo de preservar y hacer crecer la “semilla” de la salvación que Dios ha dado. En el Antiguo Testamento, cuando un agricultor cosechaba maíz, aunque tuviera hambre, separaba una parte para usarla como semilla al año siguiente, pues si consumía toda la cosecha, se quedaría sin grano para sembrar. Esto ilustra la idea de “remanente”. Por muy tenebrosa que parezca la situación histórica, y aunque la Iglesia dé la impresión de haberse pervertido y de estar arrastrada por los vientos del mundo, Dios siempre reserva una semilla y, a partir de ella, inicia algo nuevo en la historia. Este principio se hace patente en la experiencia de Elías: cuando él se ve cansado y hundido tras enfrentarse a los profetas de Baal, Dios le aclara que “he hecho que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal” (1 Reyes 19:18). El pastor David Jang enfatiza que este principio sigue vigente hoy día en la Iglesia.

En lo que respecta a la escatología, el “remanente” no se refugia en el escapismo, sino que participa de forma activa en la obra salvífica de Dios, encaminada a la evangelización mundial. En Mateo 24:14, Jesús declara: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Así, aunque el mundo se dirija hacia el juicio, la Iglesia, antes bien, tiene que empeñarse en proclamar el evangelio y cumplir con la misión. Y en ese proceso, se hace evidente quién es el “remanente” y quién no. El pasaje de “quien persevere hasta el fin será salvo” encierra la bendición prometida a quienes, sin rendirse, llevan a cabo la gran tarea de la evangelización mundial y completan la carrera de la fe.

En este contexto, el pastor David Jang exhorta a la Iglesia a aferrarse con fuerza a su misión escatológica y a prepararse y edificarse de manera concreta. Para él, es especialmente valioso el llamado “Discurso del Olivar” (Olivet Discourse), que se centra en Mateo 24–25, Marcos 13 y Lucas 21, donde Jesús habla por última vez acerca de los signos del final y del estado en que han de encontrarse los creyentes. Por eso ha fundado comunidades y centros de formación que llevan el nombre de “Olivet”. El mensaje que Jesús impartió en el Monte de los Olivos sobre los últimos tiempos constituye el mandato esencial y definitivo para la Iglesia y los fieles. El espíritu del “remanente” que se expone en Romanos 9 se une a la médula de ese Discurso del Olivar y describe cómo debe ser la Iglesia desde una perspectiva escatológica.

Si la doctrina de la salvación no se asienta de forma correcta, la escatología tiende a desviarse. Cuando la soteriología descuida la gracia y la obra de la sangre de Cristo, la escatología puede degenerar en herejías o en una idea plagada de méritos y estrategias humanas. Pero si uno ha entendido con claridad que “soy salvo al cien por cien por la sangre de la cruz”, entonces la escatología se ve como un proceso dinámico en el que, con el espíritu del “remanente”, se conserva la gracia y se extiende el evangelio al mundo. El pastor David Jang, al estudiar Romanos 9 y 11, insta a aferrarse a la promesa: “La semilla que Dios ha guardado iniciará la nueva historia”. Por ello, incluso si sobrevienen todo tipo de desórdenes sociales o eclesiásticos, el pastor Jang enseña que siempre hay, en la Iglesia, un “maíz-semilla”, y que es precisamente ese grupo quien preservará la pureza del evangelio y se consagrará al reino de Dios.

La parte final de Romanos 9 enseña que “aunque los hijos de Israel sean tan numerosos como la arena del mar, solo el remanente se salvará”, y que ese remanente “es el que está sujeto a Dios según la elección de la gracia” (Romanos 11:5). Así como hemos sido salvados por gracia en Cristo, hemos de aferrarnos firmemente a esa gracia hasta el fin y convertirnos en luz para el mundo, anunciando el evangelio y viviendo en santidad; así se ha de presentar la Iglesia en clave escatológica. Este mensaje coincide con la enseñanza que el pastor David Jang ha venido reiterando en sus predicaciones y escritos: una vez que la cristología y la soteriología se han comprendido bien, es imperativo asimilar y practicar una escatología correcta.


2. La identidad y la misión del remanente

Entonces, ¿en términos concretos, qué actitud de vida y fe debe perseguir el creyente que desea vivir como “remanente”? El pastor David Jang lo sistematiza en dos grandes aspectos: primero, “el remanente debe reconocer con claridad su propia identidad”; segundo, “el remanente debe guardar la semilla de la salvación y transmitirla a la próxima generación y a todas las naciones”. Estos dos principios son pilares esenciales para la Iglesia escatológica y concuerdan plenamente con lo que dicen Romanos 9 y 11.

a) El remanente debe reconocer claramente su propia identidad

Reconocer la identidad quiere decir: “Hemos sido elegidos por gracia y permanecemos como remanente para la obra salvífica de Dios”. Esto no es motivo de arrogancia o presunción. Pablo reitera en Romanos 9 y 11 que esta elección no se basa en las obras, sino en la misericordia y compasión de Dios. En otras palabras, no es “porque yo sea muy capaz que me convertí en remanente”, sino “porque Dios, por Su gracia, me ha dejado aquí”. Por lo tanto, quien sabe que es remanente debe vivir en “humildad”, consciente de que “cualquiera puede caer si se aparta de la gracia”.

Al mencionar las distintas confusiones actuales en la Iglesia —desde fracasos morales de líderes hasta divisiones teológicas y conflictos entre denominaciones tradicionales y movimientos reformadores—, el pastor David Jang asegura que, al final, solo se sostendrán “quienes estén verdaderamente aferrados a la gracia de Dios y a la pureza del evangelio”. Pero ese “permanecer” no depende de excluir o atacar a los demás, sino que se pone de manifiesto de manera natural cuando hay un movimiento espiritual que anhela volver al evangelio y a la Palabra de Dios. El hecho de quién está verdaderamente aferrado a la cruz, a la resurrección, al poder del evangelio y quién persevera hasta el fin en la misión y el amor, todo ello hará visible si es o no un remanente.

El tener clara la propia identidad se traduce, a su vez, en una responsabilidad sagrada, pues “ser remanente” no se reduce a decir: “estoy salvado”, sino que conlleva la tarea de servir a la comunidad de la Iglesia y al mundo. No somos un grupo que desaparece con esta generación, sino portadores de la “semilla santa” para la siguiente generación y para las naciones. Por eso, Pablo, en Romanos 9, 10 y 11, pone de ejemplo a Israel y exclama: “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14). Muestra así la urgencia y relevancia de la labor del “remanente” en la proclamación del evangelio.

b) El remanente debe custodiar la semilla de la salvación y transmitirla

Otro error común en la escatología es el planteamiento: “Como el fin del mundo se acerca, con que protejamos nuestra fe y nos escondamos basta”. Pero si leemos bien las enseñanzas de Jesús y las cartas de Pablo, en ningún momento se permite a la Iglesia abandonar o postergar la misión de proclamar el evangelio al mundo. La evangelización, el despertar espiritual y la práctica del amor resultan todavía más necesarios conforme se acerca el fin. Cuanto más urgente es la escatología, con más vigor debe la Iglesia mantener la semilla y extenderla a las naciones.

El pastor David Jang, con base en su propia experiencia ministerial, ha visto múltiples veces cómo se conserva y se transmite esa “semilla santa” en condiciones extremas: en países comunistas, en regiones islámicas donde hay persecución religiosa, o en lugares donde la Iglesia tiene que reunirse a escondidas. En comunidades de fe pequeñas, a menudo con riesgo de perder la vida, se sigue predicando el evangelio, al igual que en el Antiguo Testamento o en la iglesia primitiva. Estas personas no se apoyan en la fuerza del número o en recursos económicos, sino que viven aferradas por completo a “la sangre de Jesús y Su Palabra”. Para el pastor David Jang, ese es el ejemplo vivo de cómo actúa el remanente al salvaguardar la semilla.

Custodiar la semilla no se reduce al testimonio individual, sino que se extiende también a la comunidad y al culto eclesial: la práctica de la Cena, el Bautismo, la formación en la Palabra y la misión son vías para proteger y transmitir dicha semilla. Además, el pastor David Jang otorga una relevancia especial a las instituciones educativas —seminarios y universidades cristianas—, porque estas contribuyen a formar al remanente y a entregar esa semilla a la siguiente generación. Con ese propósito, él fundó diversas instituciones con el nombre “Olivet”, para subrayar la enseñanza del “Discurso del Olivar (Olivet Discourse)” como eje de la formación teológica y vida cristiana. En una época donde resulta fácil que la teología pierda su centro por dejarse moldear por la cultura y el conocimiento seculares, la visión es “regresar a la Biblia” para levantar un verdadero remanente.

“La historia se preserva gracias al remanente”, repite el pastor David Jang al interpretar Romanos 9 y 11. Cuando Sodoma y Gomorra iban a ser destruidas, si se hubiesen hallado solo diez justos, habrían escapado del desastre. Dios no lanza a la historia al abismo sin más, sino que, si halla aquellos que anhelan la justicia, realiza Su obra salvífica a través de ellos. Siempre que la historia de Israel se vio al borde de la ruina, apareció un remanente que impulsó la restauración y la nueva vida. Del mismo modo, en la historia de la Iglesia, por muy oscuro que fuera el contexto en la Edad Media, no faltaron quienes conservaron la antorcha del evangelio, y esa chispa inspiró el movimiento reformador.

Romanos 9 nos recuerda este principio y llena de esperanza a los cristianos al mostrar que el “drama” de la salvación, conducido por Dios, no se interrumpe nunca, por más sombría que parezca la situación. El versículo 29 dice: “Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, habríamos venido a ser como Sodoma, y seríamos semejantes a Gomorra”. Aplicando esto a la Iglesia de hoy, el pastor David Jang insiste: “No importa cuán decadente sea la imagen actual de la Iglesia, todavía se halla dentro de ella un remanente. Dios, por medio de ellos, levantará de nuevo a la Iglesia y difundirá el evangelio por el mundo”.

Hay que notar también que el remanente no tiende a encerrarse en un grupo exclusivo o a caer en un sentimiento de autosuficiencia, sino que avanza con la misión de “salvar al mundo”. Dios no establece a Su Iglesia a lo largo de la historia para que exista en sí misma, sino para que sea “luz y sal” para el mundo. Es precisamente durante esa misión —cuando la Iglesia se esfuerza por alumbrar y preservar— que, a lo largo de los últimos tiempos, el remanente se verá puesto a prueba. El pastor David Jang afirma que “aquellos que no desertan de su tarea continúan firmes hasta el fin, y esta persistencia, paradójicamente, es el canal por el cual el mundo se salva y se recupera”.

Tal como declaran los versículos de Romanos 9:27-29, aunque el número de los hijos de Israel sea tan grande como la arena del mar, solo el remanente se salvará. Y precisamente mediante este remanente, la historia, que podría haber sufrido la misma suerte que Sodoma y Gomorra, halla un camino renovado. Este pasaje no es solo un relato histórico del Antiguo Testamento, sino también una advertencia, un consuelo y una fuente de esperanza, que abarca incluso la perspectiva escatológica para la Iglesia y los creyentes de hoy. Y como lo recalca el pastor David Jang, cuando la soteriología está firme, la escatología se mantiene sana; al aclararse la escatología, la identidad y la misión de la Iglesia se vuelven nítidas. Somos “el remanente escogido por la gracia” (Romanos 11:5). Sin olvidar esto, debemos ser a la vez portadores de la gracia y mensajeros del evangelio para el mundo, demostrando amor y manteniendo la fe hasta el fin.

Por medio de todo este proceso, la historia avanza paso a paso hacia el propósito designado por Dios. Una generación pasa y otra llega, pero la tierra permanece, y en ella Dios siempre deja a los llamados a la salvación y a quienes han de transmitir la semilla. Nosotros formamos parte de ese grupo, y no por mérito propio, sino por la pura gracia de Dios. Por eso el pastor David Jang insiste en que la “identidad de remanente” constituye uno de los mensajes más relevantes para la Iglesia y los fieles en el tiempo del fin. Con la seguridad de la salvación y la visión escatológica bien arraigadas, podemos convertirnos en esa “semilla santa” que, cuando todo parecía destinado a un desenlace como el de Sodoma y Gomorra, abre paso a la renovación y la restauración de la historia. Estar vigilantes cada día, vivir agradecidos por la gracia y salir al mundo con el evangelio, ese es el gran hilo conductor de Romanos 9–11 y la enseñanza esencial que el pastor David Jang comunica de forma reiterada a los creyentes.

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