
I. El Reino de Dios visto a través de la Cristología, la Soteriología y la Escatología
El pastor David Jang ha enfatizado continuamente la importancia de la historia de la Iglesia y de las verdades centrales de la Biblia, enseñando cómo las tres doctrinas —Cristología, Soteriología y Escatología— están íntimamente conectadas para conducirnos a un mismo punto: “el Reino de Dios”. En primer lugar, explica que la Cristología parte de la pregunta: “¿Quién es Jesús?”. A lo largo de la historia de la Iglesia, se ha afirmado en concilios como el de Nicea (325) y el de Calcedonia (451) que “Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre” (veredeus verehomo). El pastor David Jang sostiene que este pronunciamiento es de suma importancia para comprender correctamente la Cristología. Jesús es a la vez un Dios santo y sin pecado y, simultáneamente, un verdadero hombre que compartió y experimentó personalmente todo sufrimiento y debilidad humanos. Entender adecuadamente esta naturaleza doble y misteriosa de Jesús constituye la base para aceptar la Soteriología de manera apropiada, recalca el pastor David Jang.
Según él, negar la divinidad de Jesucristo o minimizar su humanidad, en cualquier postura teológica, termina por debilitar los pilares de la Cristología, impidiendo avanzar correctamente hacia la Soteriología. Mencionando la histórica Reforma Protestante de 1517, el pastor David Jang recuerda cómo Lutero, Calvino y otros reformadores proclamaron que “la salvación es posible únicamente por la fe (Sola Fide) y únicamente por la gracia (Sola Gratia)”. Él destaca la importancia de recordar esto, señalando que la Iglesia medieval se había alejado de las enseñanzas bíblicas, mezclando la salvación, otorgada “solo por la fe y la gracia”, con otros elementos, lo cual diluyó y tergiversó la fe. Afirma que la Soteriología de la Reforma Protestante fue, en rigor, un llamado a “volver a la Biblia”. Por ello, concluye que la doctrina de “solo por la fe y solo por la gracia” que defiende la Iglesia Reformada es muy bíblica y correcta. Agrega que la doctrina no debe limitarse a materiales de instrucción eclesiástica, sino que ha de operar con poder y vida en la cotidianidad de cada creyente.
El pastor David Jang añade que, si bien la Cristología y la Soteriología se han estructurado razonablemente bien, en lo que respecta a la Escatología existen numerosas opiniones divergentes dentro del ámbito eclesiástico. Señala: “La Escatología se centra en el tema del ‘tiempo y la fecha (Time and Date)’”, explicando que el término “tiempo” corresponde al vocablo griego chronos, mientras que “fecha” o “momento decisivo” se expresa con kairos. El tiempo chronos alude a un concepto cuantitativo y continuo, mientras que kairos se refiere a un momento cualitativo en el que ocurre un acontecimiento determinante. El pastor David Jang asevera que la segunda venida de Jesús descrita en la Biblia se encuadra en esta categoría de “evento kairológico”. Un suceso tan trascendental como la venida de Jesús a la tierra (el punto en que se marca la división entre a.C. y d.C.) rompe la historia misma. Por ello, la Escatología, en definitiva, aborda el proceso y el momento concreto en que el Reino de Dios se consumará en este mundo.
Según el pastor David Jang, la Biblia enseña mediante profecías específicas, la aparente incertidumbre sobre el fin y las palabras directas de Jesús, que “solo Dios conoce el día y la hora”. Esto se plasma claramente en Hechos 1:7-8, donde Jesús dice: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos hasta lo último de la tierra”. Tomando esta enseñanza, el pastor David Jang enfatiza que, si bien debemos interesarnos en la Escatología, hemos de alejarnos de predicciones erróneas o temores excesivos. Más bien, hemos de adoptar una actitud activa de proclamar el evangelio aquí y ahora, preparándonos para el Reino de Dios. Eso es, a su juicio, lo que implica vivir escatológicamente de manera correcta.
Entonces, ¿cómo es ese “Reino de Dios”? El pastor David Jang suele explicar el flujo de la historia de la salvación —creación, caída, redención y Reino de Dios— mediante un método llamado “las cuatro leyes espirituales” (사영리). El ser humano, creado para vivir en el Edén o paraíso, fue expulsado por causa del pecado. Sin embargo, según Juan 3:16, Dios envió a su Hijo unigénito Jesucristo, otorgando al ser humano vida eterna, y el objetivo último de esa salvación es “la restauración del Reino de Dios”, declara el pastor David Jang. La pregunta de los discípulos en Hechos 1:6: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”, expresa en el fondo ese anhelo por el reino perdido, es decir, un mundo justo gobernado por Dios. En lo profundo del alma humana permanece la nostalgia del Edén perdido, un anhelo “instintivo” de lo celestial, interpreta él. Aunque desconocemos el momento exacto de su cumplimiento, el pastor David Jang enfatiza que esta promesa se concretará con la segunda venida de Jesús.
En particular, el pastor David Jang subraya el tema de la “justicia” como uno de los ejes del Reino de Dios. Tal como dice Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, el Reino de Dios es un lugar lleno de justicia. Cuando las fuerzas de la injusticia finalmente pierdan su poder y el propio Dios ejerza su gobierno, se cumplirá por completo la profecía de “que corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” (Amós 5:24). Para el pastor David Jang, el Reino de Dios no es un concepto abstracto, sino el gobierno real de Dios que irrumpe en la historia y en nuestra vida cotidiana con el mandato de oponernos a la injusticia y establecer la justicia. La dirección de su ministerio se ha basado en “buscar primero el Reino de Dios y su justicia”, procurando que la Iglesia y los creyentes lo practiquen en la vida diaria.
El pastor David Jang critica el hecho de que, en la vida cotidiana, las personas suelen preocuparse en exceso por lo material o por la prosperidad económica. Según las palabras de Jesús, el ser humano tiende a angustiarse demasiado por “qué comer, qué beber y qué vestir”, pero a menudo descuida la entrega y el servicio para el Reino de Dios, e ignora el sufrimiento que conlleva la justicia. En Mateo 6:19-20, Jesús advierte: “No os hagáis tesoros en la tierra… sino haceos tesoros en el cielo”. Al citar este pasaje, el pastor David Jang recalca que el verdadero valor no se limita a los bienes de esta tierra, sino que se atesora en el reino eterno. Eso es experimentar la paradoja de que “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt 5:6), explicando que quienes consagran su vida al Reino de Dios y a su justicia son objeto de la promesa de Cristo de que “todas estas cosas os serán añadidas”.
¿Cómo llega concretamente el Reino de Dios, según las palabras de Jesús? El pastor David Jang alude a las parábolas sobre el reino de los cielos en Mateo 13. Enseña que el Reino de Dios se asemeja a una pequeña semilla de mostaza que, al principio, casi no se ve, pero llega a convertirse en un árbol frondoso donde las aves anidan. O, como la levadura, obra silenciosamente desde dentro, hasta que acaba transformando toda la masa. Así, la obra invisible del Reino de Dios que crece y abarca el mundo está íntimamente ligada a la visión escatológica. El pastor David Jang señala que su iglesia enseña constantemente estas verdades sobre el Reino de Dios junto con las cuatro leyes espirituales (사영리), de manera que quien es salvo anhela reconstituir ese paraíso perdido, y ese anhelo se condensa en la oración del Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
Así pues, la Cristología establece “quién es nuestro Salvador”, la Soteriología describe “cómo somos salvos” y la Escatología muestra “a qué reino deben aspirar, en definitiva, los que han recibido la salvación”. Para el pastor David Jang, esas tres enseñanzas encajan en una dinámica trinitaria interrelacionada. A través de la Cristología, fundamenta que la salvación solo se encuentra en Jesús; mediante la Soteriología, señala cuán dependientes estamos de la gracia; y a través de la Escatología, exhorta a obedecer y a evangelizar hoy mismo, para que el gobierno de Dios se extienda. Esas doctrinas no permanecen en un plano meramente intelectual, sino que, cuando se practican con fe, el Reino de Dios se hace palpable en nuestra realidad, insiste.
En este sentido, las iglesias y los ministerios liderados por el pastor David Jang han trabajado con empeño para asentar los pilares esenciales de la fe cristiana. A lo largo de muchos años de pastoral y labor misionera, ha reiterado que la doctrina es como el esqueleto del cuerpo. Si los huesos están sanos, el cuerpo en su conjunto puede moverse con salud; de igual forma, solo si nos aferramos firmemente a la identidad de Jesús, al modo en que se produce la salvación y al plan de Dios hasta el fin de los tiempos, los creyentes podrán vivir con rectitud frente al mundo sin tambalearse. Este fundamento doctrinal es la base para poner en práctica el mandato del Señor de “buscad primeramente su reino y su justicia”. El pastor David Jang recalca que cada generación de cristianos debe confrontarse con esta Palabra, examinándose: “¿En verdad, qué prioridades tenemos? ¿Nos estamos entregando de veras al Reino de Dios?”. Este no es un interrogante circunscrito a un momento pasado o futuro, sino una cuestión que atraviesa toda nuestra vida.
Con todo, el pastor David Jang subraya que el objetivo de estudiar la Escatología no es “averiguar la fecha y el momento” para saciar nuestra curiosidad acerca de los acontecimientos mundanos. Nuestro único anhelo debería ser el Reino de Dios que Cristo consumará, creyendo que ya ha comenzado a manifestarse y viviendo la misión de predicar el evangelio y realizar obras de justicia que encarnen su gobierno. Ese es el auténtico sentido de una fe escatológica. El fin no implica destrucción, sino la culminación de “un cielo nuevo y una tierra nueva”, que Jesús instaurará plenamente. Por eso, el pastor David Jang resalta que debemos guardar a diario el sueño y la esperanza del Reino de Dios. Cuando llegue, la injusticia de este mundo desaparecerá y “la justicia correrá como un río caudaloso”, tal como anunciaron los profetas del Antiguo Testamento. En este tiempo, sostiene, hemos de heredar esa visión profética y fijar la mirada no en lo material ni en éxitos pasajeros, sino en el gobierno eterno de Dios.
II. “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”
Basándose en una meditación de Mateo 6:33, el pastor David Jang expone con detalle el significado de las palabras de Jesús, “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”, para los cristianos de nuestro tiempo. A menudo, las personas interpretan este texto de modo demasiado espiritual o abstracto, como si se ignoraran por completo las necesidades de la realidad. Pero el pastor David Jang aclara que, cuando Jesús dice que no nos afanemos por “qué comer, qué beber o qué vestir”, no está sugiriendo que eso carezca de importancia, sino que nos recuerda que hay una prioridad mucho más trascendente. En sus sermones y conferencias, él subraya que, aunque la comida y la ropa son necesarias, el Reino de Dios posee un valor absoluto que las sobrepasa.
Asimismo, en todo el capítulo 6 de Mateo, Jesús advierte contra la excesiva dependencia de las riquezas o de lo meramente externo, exhortándonos a depositar nuestra confianza total en Dios por medio de la fe. Al respecto, el pastor David Jang cita la historia de Elías, en 1 Reyes 17:1-16, como un ejemplo destacado en el Antiguo Testamento. Cuando cayó la sequía sobre la tierra de Israel, Dios envió a Elías al arroyo de Querit para que fuera sustentado por cuervos. Después lo dirigió hacia una viuda en Sarepta de Sidón, quien también sufría la misma sequía. Esta mujer solo tenía un puñado de harina y un poco de aceite para hacer un último pan, comerlo con su hijo y morir. Sin embargo, Elías, confiado en la palabra de Dios, le pidió “haz primero un pan para mí”, y la viuda obedeció con fe. Como resultado, aquella escasa harina y aceite no se agotaron hasta que pasó la sequía.
El pastor David Jang explica este hecho señalando que la “fe que vacía (kenosis)” conduce al milagro. Para la viuda de Sarepta, entregar esa última porción de harina y aceite suponía arriesgarse a morir de hambre. No obstante, al confiar en la palabra transmitida por el hombre de Dios, ella se desprendió de esa pequeña y precaria provisión “primero” para Elías, experimentando, a la postre, la gracia de contar con alimento suficiente por muchos días para ella y su hijo. El pastor David Jang considera este suceso como un ejemplo concreto de cómo “los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados” y “al que busca primero el reino de Dios, todas las cosas le son añadidas”. En definitiva, afirma que incluso en circunstancias que nos parecen imposibles, si tomamos una decisión con fe para servir al Reino de Dios, podemos experimentar en lo cotidiano la provisión milagrosa del Señor.
Encontramos un razonamiento similar en el Nuevo Testamento, en el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Este episodio, relatado en Lucas 9:10-17 y presente en los cuatro evangelios, describe una escena en el desierto donde la multitud padece la falta de alimento. Jesús ordena a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer”, pero ellos responden: “No tenemos más que cinco panes y dos peces”. El pan, de cebada y de aspecto rústico, y unos pequeños peces probablemente comunes en la zona, eran muy insuficientes para una muchedumbre. Sin embargo, Jesús tomó esa ofrenda, la bendijo y la dio a sus discípulos para repartirla, y aproximadamente cinco mil hombres comieron de ella, sobrando doce cestas llenas.
Según el pastor David Jang, este acontecimiento demuestra también “de qué manera la vida de quienes buscan el Reino de Dios y su justicia puede recibir incluso una provisión material y real en abundancia”. El acto de poner en manos del Señor esos cinco panes y dos peces, aparentemente escasos, es un ejemplo de “vaciamiento” que acaba produciendo “plenitud” extraordinaria. No se trata únicamente de un hecho milagroso aislado, sino de un principio universal: cuando los creyentes se consagran a Dios, experimentan que Él responde de maneras inesperadas. Aunque no todos los cristianos vean multiplicarse sus recursos a la magnitud de la “alimentación de cinco mil personas”, el pastor David Jang cree que la certeza de que Dios provee siempre, tanto en lo espiritual como en lo material, sigue vigente. Y esa gracia es dada a quienes se entregan al Reino de Dios.
Estos episodios del Antiguo y el Nuevo Testamento nos muestran la “paradoja de que quienes tienen hambre y sed de justicia serán saciados”. El pastor David Jang plantea la pregunta: “Si solo empleáramos la lógica humana, para estar saciados lo que tendríamos que hacer es buscar más pan, ¿por qué entonces Jesús dice que busquemos la justicia?”. De esta manera, expone que las palabras de Jesús encierran un principio espiritual que trasciende la mera obtención de bendiciones materiales. Dicho principio es: “Cuando abandonamos nuestra codicia, cálculos y temores para obedecer la Palabra de Dios, entonces Él se encarga de prepararlo todo”. El pastor David Jang explica que, tanto en su propia experiencia como en la vida de la Iglesia, ha comprobado reiteradamente la vigencia de este principio, impulsando a la comunidad a aplicarlo de manera práctica. Ha enseñado que “incluso ante dificultades financieras, ministeriales o de relaciones interpersonales, si confiamos en Dios y ponemos en primer lugar su Reino, Él se ocupará de todo”. Este no es un mero aserto teórico, sino algo cimentado en la Palabra de Dios y en las vivencias del ministerio.
En esta línea, el pastor David Jang subraya que los cristianos no deben perseguir como fin último el éxito mundano o lo material, sino anhelar ardientemente la justicia de Dios, es decir, ser “los que tienen hambre y sed de justicia”. Estas expresiones implican “anhelar fervientemente que la justicia de Dios se cumpla en este mundo” y “rogar y consagrarse para que el gobierno divino se manifieste en nuestra vida, en la sociedad y en todo el mundo”. Él menciona la palabra “ansia” (“갈급함” en coreano) para describir esta actitud, indicando que ese anhelo espiritual no conduce a la escasez, sino que inunda al creyente de la gracia celestial. A lo largo de la historia bíblica y eclesiástica existen innumerables testimonios que confirman esta verdad, asegura.
Asimismo, el pastor David Jang recuerda la enseñanza de Mateo 6:19-20: “No os hagáis tesoros en la tierra… haceos tesoros en el cielo”, insistiendo en que la riqueza, la fama o el poder que persigamos aquí se desvanecerán eventualmente, pero las obras y los sacrificios hechos por el Reino de Dios no desaparecerán, sino que se transformarán en recompensas eternas. Este es el sentido concreto de “acumular tesoros en el cielo”. Aunque a menudo consideramos solo lo que vemos, para el pastor David Jang la realidad más firme es el Reino de Dios. Él mismo se ha esforzado por vivir para ese Reino, entregando su tiempo, posesiones y talentos durante su ministerio pastoral y misionero; y da testimonio de que, “aunque no sea fácil, quien tome de corazón ese camino experimentará invariablemente cómo Dios sacia en abundancia”.
Por ello, en reuniones y asambleas de la Iglesia, el pastor David Jang suele preguntar: “¿Cuál es nuestra prioridad hoy?”. Invita a preguntarnos si solo nos inquietamos por problemas terrenales y por nuestros fondos económicos, o si de verdad trabajamos por la justicia y entregamos nuestra vida para extender el evangelio. Ese es un cuestionamiento que vale tanto para individuos como para comunidades. Reflexiona asimismo sobre Mateo 6:25 y siguientes: “¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”, donde Jesús, al hablar de las aves del cielo y de los lirios del campo, revela que Dios conoce nuestras necesidades cotidianas y tiene poder para suplirlas. ¿Por qué, entonces, temer en exceso? Cada vez que predica sobre este pasaje, el pastor David Jang subraya que Dios es soberano y capaz de suplir en toda circunstancia, invitando a preguntarnos: “¿A qué le tememos, entonces?”.
El pastor David Jang señala otro punto crucial: “Creer de veras que Dios proveerá jamás conduce a la pereza o a la despreocupación irresponsable”. La confianza en que “Dios cubrirá nuestras necesidades” nos impulsa, antes bien, a comprometernos con mayor valentía en pos de la justicia y el Reino de Dios, explica. O sea, quien cree de corazón en la promesa “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”, no se paraliza ante la escasez material ni ante la opinión del mundo, sino que procede con denuedo a proclamar el evangelio y a hacer el bien.
¿Cómo, entonces, practicar concretamente la búsqueda de la justicia y del Reino de Dios en nuestras vidas? Viéndolo a la luz del ministerio del pastor David Jang, la respuesta siempre converge en “adoración y obediencia a la Palabra, y amor decidido al prójimo”. La doctrina no es pura teoría, sino que cobra vida cuando practicamos las enseñanzas de Jesús. En la adoración, nos encontramos con la majestad de Dios, entendemos la gracia de la salvación en Cristo y experimentamos la obra transformadora del Espíritu Santo. En la Palabra, hallamos la guía y el discernimiento para enfrentar las injusticias del mundo. Finalmente, a través del amor al prójimo, participamos con Dios en la misión de “hacer correr la justicia como un río”. El pastor David Jang llama a esto “la vida como ciudadanos del Reino de Dios”.
En repetidas ocasiones, él ha invitado a la congregación a reflexionar sobre “cuánto hemos buscado el Reino de Dios en estos 28 años de ministerio”. Pese a las amenazas externas, la falta de recursos y motivos de desaliento, su testimonio es que se ha visto a Dios suplir en cada momento, por el simple hecho de mantener viva la confianza en Él y en su Reino. El milagro de los cuervos proveyendo a Elías, el de la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, y el de los panes y peces en el desierto, se vuelven a vivir cuando la comunidad persiste en “buscar primero el Reino de Dios y su justicia”, afirma el pastor David Jang.
Así, el versículo de Mateo 6:33, “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”, constituye un pilar esencial que atraviesa tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo, y sostiene la historia de toda la Iglesia. La práctica ministerial del pastor David Jang también gira en torno a este mandato, fundamentándose en la Cristología, la Soteriología y la Escatología para, en último término, brindar una visión del “Reino de Dios”. Advierte con firmeza a la Iglesia de hoy sobre el peligro del materialismo y la acomodación a la cultura secular, exhortándola a cumplir su misión: predicar el evangelio, vivir justamente y amar a las almas perdidas. La petición del Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, se cumple cuando cada creyente ordena sus prioridades y vive con una profunda sed del Reino de Dios. Y en ese camino, el pastor David Jang asegura que Dios derrama Su provisión en abundancia.
De este modo, plantea la pregunta: “¿Qué debemos revisar y decidir en la próxima asamblea general de la iglesia o en nuestras reuniones importantes de aquí a dos semanas?”. ¿Hemos puesto en primer plano el Reino de Dios en estos 28 años, o nos hemos centrado en cuestiones materiales y en la seguridad humana? Él invita a los fieles a examinarse a la luz de este dilema. Y a quienes realmente anhelen el Reino y su justicia, les insta a demostrar esa prioridad en su vida y ministerio. Recuerda que, si miramos atrás, ya sea a los últimos 7, 10 años o a un período más largo, podemos atestiguar cómo Dios nos ha guiado en medio de tantas carencias. Esas historias se asemejan, dice, al milagro de los panes y peces o a la provisión milagrosa en la vida de Elías, una “sobreabundancia de Dios” que, pese a todo, jamás falla.
El mensaje principal del pastor David Jang es claro: “Sed quienes tienen hambre y sed de justicia”. Mateo 5:6 y 10 enseñan: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados… Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Esta afirmación, aunque paradójica, es sumamente poderosa. Uno no es desdichado por carecer de bienes materiales, sino por carecer del deseo de la justicia de Dios, lo que lleva a la sequedad espiritual. Por el contrario, quien prioriza el Reino y la justicia, aunque experimente dificultades terrenales, ya es “saciado y verdaderamente rico”. Así lo declara el pastor David Jang una y otra vez, pues considera que este tema es clave para que la Iglesia deje de ser una mera institución religiosa y se convierta de verdad en una comunidad del Reino de Dios.
Ante la injusticia y los conflictos sociales de hoy, a menudo vemos que la Iglesia no funge como refugio, sino que se deja llevar por la lógica del mundo. Cada vez que esto sucede, el pastor David Jang invita de nuevo a recordar: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”. La venida del Reino de Dios significa poner fin a la injusticia, que los pobres reciban bendición, que los enfermos sean sanados y que Jesucristo sea el Señor que restaura todas las cosas. Cuando la Iglesia proclama esta gran visión y los creyentes actúan con integridad, amor y misericordia, el mundo empieza a experimentar un anticipo del gobierno divino. En ese proceso, dejamos atrás la preocupación de “qué comer, qué beber, qué vestir”, recibiendo en cambio la libertad y abundancia que da Dios.
Para ello, en sus comunidades de fe, el pastor David Jang alienta la unidad, la oración y la determinación de impactar positivamente a la sociedad. Suele repetir la convicción de que “cuando la Iglesia recupera su esencia, la sociedad también se transforma”. Incluso desde el punto de vista escatológico, no se trata solo de temer una catástrofe final, sino de vivir ya hoy el Reino de Dios, que será plenamente consumado con la segunda venida de Jesús. Así como el nacimiento de Cristo marcó un parteaguas entre a.C. y d.C., cuando la Iglesia muestra el poder genuino del evangelio, la gente puede vislumbrar la diferencia entre la vieja forma de vivir y la nueva creación.
En conclusión, la Iglesia debe obedecer este mandato: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”, priorizándolo todo por encima de las preocupaciones terrenales, estableciendo la justicia y negándose a transigir con la injusticia. Aun cuando surjan dificultades, así como Dios proveyó a Elías en el arroyo de Querit, no se agotaron la harina ni el aceite de la viuda de Sarepta, y la multitud en el desierto fue saciada con cinco panes y dos peces, el cristiano también puede vivir diariamente en medio de un “milagro constante”, afirma el pastor David Jang. Esta convicción se expande desde la entrega personal hasta la visión conjunta de la comunidad, dirigiéndose en última instancia a la esperanza escatológica de que “el Reino de Dios vendrá cabalmente a la tierra”.
Las tres doctrinas que tanto recalca el pastor David Jang —Cristología, Soteriología y Escatología— no son parcelas independientes, sino un organismo interconectado cuyo centro es “el justo gobierno de Dios”. Dicho gobierno comienza con el sacrificio y la resurrección de Jesucristo, se extiende con el poder del Espíritu Santo y avanza hacia su consumación en el fin de los tiempos. Por lo tanto, la Iglesia y cada creyente han de buscar siempre ese gobierno en primer lugar y, cuando se vacían para entregarse a esa justicia, experimentan que sus necesidades son saciadas en sobreabundancia. Vivir “hambrientos y sedientos de justicia” no es una pesada carga, sino la vía más dichosa y libre del pueblo de Dios. El pastor David Jang afirma que incontables ejemplos y testimonios dan fe de esta dinámica, invitando a la Iglesia a transitar ese camino con mayor valentía.
El mensaje que él dirige a nuestra generación es contundente. El Reino de Dios no es solo “un lugar al que iremos cuando muramos”, sino un reino presente y futuro, real en el señorío de Jesucristo. El mandato de Jesús de “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” define el sentido de la existencia de la Iglesia y de la vocación individual de cada creyente. Cuando respondemos a este llamado, la Iglesia asume su papel de sal y luz en el mundo, y cada cristiano experimenta la plenitud y el gozo de saciarse de justicia. Incluso si nuestra realidad pareciera oscura o angustiante, si entregamos con fe nuestros “cinco panes y dos peces”, Dios sigue obrando milagros de multiplicación. Esos milagros representan “tesoros acumulados en el cielo” y serán revelados plenamente en la consumación escatológica ante la presencia de Dios. Por ello, el pastor David Jang exhorta a la Iglesia y a los creyentes a unir fuerzas para predicar el evangelio y vivir conforme a la justicia, confiando en que “se haga Su voluntad en la tierra como en el cielo”. Al hacerlo, se desplegará cada vez con mayor abundancia la gracia de Dios, y todos los cristianos tendrán la posibilidad de participar en esa alegría y esperanza.